Consumers R Us

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Times Square – Manhattan – New York City. Beraldo Leal via flickrCC

Consumption patterns have changed dramatically in the past century. It used be the case that individuals purchased items in order to cover basic needs. Purchasing items such as a light bulb, bed, kitchen appliances or a car once meant a targeted investment, a necessary expense that families and individuals made in order to improve their quality of life. Nowadays, consumption patterns have quickly gone from ¨needing¨ to ¨wanting¨. Today, humans purchase not just out of necessity, but out of mere vanity, desire, and even social pressures.

In a world of public relations, celebrities, mass media, trademarks, brands, and marketing, it is no surprise that the evolution of consumer habits has been tied to major world historical events such as the industrial revolution, the rise and boom of the internet, major advances in the telecommunications industry, the rise of e-commerce, among others. While these changes have spurred economic dynamism and globalization as we know it, these events and their outcomes have also concerned those who believe that consumption and the overall laws of demand and supply are getting out of hand.

Over the decades, scholars, historians, entrepreneurs and journalists have discussed the issue of consumerism. While some argue that the pace at which people consume and waste is simply not sustainable economically or environmentally; others support the idea that massive consumption is just a reflection of a natural increase in the demand for goods and services that corresponds to elements like significant changes in population demographics. The truth is, however, most of the demand for these items, services, or products is the result of a campaign to ¨manufacture needs¨.

Like a new phenomenon, brands have permeated the self. Personal identity has become blurred with material goods and commodities. More often than not, people pledge some sort of allegiance or loyalty to a product that seems ¨vital¨ to their lives. A bigger, faster and more luxurious car, a bigger flat screen television, a piece of clothing for every season, the newest cellphone, and so on. In a strange turn of things it appears that brands have come to give value to people instead of being the other way around. In a bizarre way, brands and merchandise have seemingly come to govern people.

Nowadays, brands have become to embody aspirations, social statuses, lifestyles and even personalities. Today, we recognize global brands and often times link them with a certain logo or idea. For instance, when we think of Universities we quickly associate excellence with Harvard University, when thinking about running shoes Nike´s slogan ¨Just Do It¨ pops immediately into our heads. The point being is that although this presupposes a major success in the field of marketing, branding itself has permeated our own selves in a very significant way.

Some psychologists have even argued that the stuff we purchase could become an ¨extension of the self ¨. The constant advertising, social pressures to look a certain way, our own aspirations to become something which we can achieve through material things has drastically changed the way we consume and our relationship to stuff. In the end we need to evaluate if this is a natural path in our lives as social, political, economic beings or whether we are just living to consume and consuming to live.


Consumidores Somos

Los patrones de consumo han cambiado dramáticamente en el último siglo. Solía ser el caso que los individuos compraban artículos con el fin de cubrir sus necesidades básicas. La compra de artículos tales como un foco de luz, cama, aparatos de cocina o un coche significaron alguna vez una inversión específica, de un gasto necesario que las familias y los individuos realizaban con el fin de mejorar su calidad de vida. Sin embargo, en la actualidad, los patrones de consumo han pasado rápidamente de ¨necesidad¨ a ¨deseo¨. Hoy en día, los seres humanos no compran sólo por necesidad, sino por mera vanidad, ansiedad e incluso por presiones sociales.

En un mundo de relaciones públicas, celebridades, medios de comunicación, marcas y marketing, no es de extrañar que la evolución de los hábitos de consumo se vea ligada a grandes acontecimientos históricos mundiales, tales como la revolución industrial, el surgimiento y auge de la Internet , los grandes avances en la industria de las telecomunicaciones, el auge del comercio electrónico, entre otros. Si bien estos cambios han impulsado el dinamismo de la economía mundial y a la globalización tal como la conocemos, para algunas personas estos eventos también han generado cambios profundos que han hecho que las leyes de la oferta y la demanda se estén saliendo de control.

A través de las décadas, los estudiosos, historiadores, empresarios y periodistas han discutido el tema del consumismo. Mientras algunos sostienen que el ritmo al que la gente consume y desecha simplemente no es  sostenible en términos económicos o medioambientales, otros apoyan la idea de que el consumo masivo es sólo un reflejo de un aumento natural de la demanda de bienes y servicios que corresponde a elementos como cambios significativos en la demografía de la población. Sin embargo, a decir verdad , la mayor parte de la demanda de estos productos, servicios o productos es el resultado de una campaña mediática y de mercadeo  por medio de la cual se  fabrican necesidades. Es decir, muchos de los bienes, productos y servicios que consumimos han sido construidos bajo la premisa de ¨necesidad¨ cuando en realidad los mismos son más bien lujos y en algunos casos excesos.

De modo alarmante, como un fenómeno nuevo, las marcas han impregnado a los individuos. La identidad personal se ha difuminado con los bienes materiales. Más a menudo, la gente adopta algún tipo de lealtad o fidelidad a un producto que les parece de vital importancia para sus vidas. Un coche más grande, más rápido y más lujoso, un televisor de pantalla plana grande, una artículo de de ropa para cada estación del año, el teléfono celular más reciente, los productos de belleza más caros y así sucesivamente. En un extraño giro de la vida, parece que las marcas han venido a darle valor a la gente en lugar de ser al revés. De una manera extraña, las marcas y mercancías aparentemente han llegado a gobernar personas.

Hoy en día, las marcas han venido a encarnar aspiraciones, estatus sociales, estilos de vida e incluso personalidades. En la actualidad, reconocemos marcas globales y muchas veces les vinculamos inmediatamente con un logotipo o una idea determinada. Por ejemplo, cuando pensamos en universidades de excelencia, rápidamente asociamos a la Universidad de Harvard, cuando se piensa en zapatos para correr el  lema de Nike ¨Just Do It¨o ¨Sólo Hazlo¨ aparece inmediatamente en nuestras cabezas, en el rubro de la moda vinculamos a las grandes marcas de Dolce&Gabbana, Armani o Versace. El punto es que, si bien esto supone un gran éxito en el campo del marketing, el mercadeo y el  ¨branding¨, han calado en nuestras vidas de manera profunda y contundente.

Algunos psicólogos incluso han argumentado que las cosas que compramos podrían convertirse en una extensión de uno mismo, del individuo. La publicidad constante, las presiones sociales para pertenecer a un cierto grupo, nuestras propias aspiraciones para convertirnos en algo que podemos lograr a ser a través de los bienes materiales, etc. ; han cambiado drásticamente la forma en que consumimos y nuestra relación con las cosas materiales. Al final, tenemos que evaluar si este es un camino natural en nuestras vidas como seres sociales, políticos, económicos, o si simplemente estamos viviendo para consumir y consumiendo para vivir.

2 comments

  1. Reminds me of George Carlin, loosely quoted: “Our homes are a place to store stuff while we go to work to earn money to buy more stuff.”

    I left my home town and home state back in 1993 just to get away from that need to buy stuff. Thus, I don’t have a lot of stuff at home. I don’t really like to stay at home anyway. It’s just a place to eat, take a shower, and sleep. I want to get out and about, to enjoy nature and the fresh air.

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  2. I have not bought a new TV for a long, long time. It seemed pretty big when I bought it, but it looks small now. It isnt’t flat, either, but I don’t mind – it still works. It will do. I don’t need all the bells and whistles. I guess having such an old TV makes me a freak in the eyes of some people. Everyday I read that some business is downsizing or outsourcing, and putting people out of work, in my city, province or city. Will those people get new jobs easily? Will they make the same salaries they got before? Can all this consuming continue, If they don’t? I wonder about that.

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